Baños [X]

En Carmen, novela de Prosper Mérimée se cuenta que en Córdoba había un grupo de mujeres bañistas que iban al río Guadalquivir cuando tocaban el ángelus por la noche. Se desnudaban y metían en el agua. Debido a la falta de luz no se les veía. Una vez sobornaron al sacristán para que tocara quince minutos antes y así poderlas ver. Las mujeres no se apercibieron de la treta y se bañaron. Dice Mérimée que en la época que el hizo la visita a Córdoba el sacristán era insobornable. Al parecer el episodio de las mujeres bañistas lo obtiene Mérimée de un grupo que existía en Madrid, que se bañaban en el Manzanares.

Y ahora otra anécdota sobre el baño que he leido en Gregorio Doval El libro de los hechos insólitos, ediciones del Prado (página 40). Se comenta que a partir del renacimiento las costumbres higiénicas de los europeos empeoraron aún más y los baños pasaron a ser considerados como una costumbre peligrosa que sólo se practicaba bajo prescripción facultativa. Así, se dice que a la esposa de Felipe II se le prohibió tomar un baño para recibir a su marido que volvía de viaje, ya que no estaba enferma. Luis XIII de Francia era obligado a descansar todo el día en cama después de un baño matinal.

«Tan sólo esto conocían: que a él un beso lo perdió y un baño a ella»
(Longo, Dafnis y Cloe. Cloe se enamoró de Dafnis tras verlo bañarse y Dafnis se enamoró de Cloe por un beso)


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